Mucha agua bajo el puente del ocultismo atravesó las eras de la humanidad. Cuando el conocimiento floreció, la masa no estaba preparada para aceptar los paradigmas de lo que conforman las cosas, y precisamente en este Aeon de Horus en ciernes, aún
seguimos en la lucha digestiva de las antinomias.
Recuperar las máscaras deificas del pasado para repetir un ciclo adicional, es ser funcional al Mahapralaya. ¿Acaso no hemos
discutido entre nosotros la posibilidad de una continuidad?; nos hemos permitido, casi justificándonos, un disenso con los dioses represivos de las religiones mayoritarias del planeta, pero sigue siendo una lucha ajena, cuando luchamos por nuestros “dioses”.
Hemos cambiado de silla, pero no hemos cambiado de ropajes.
Hemos reemplazado los cuernos y el tridente, por látex negro y lenguas con anillos. Hemos gritado a los poderes facticos del planeta la rebeldía, pero hemos sido objeto de estadística de rechazo, de sociópatas, sin siquiera atisbar que no se trataba de eso.
Los que hablaron antes de nosotros, fueron deificados en un seguimiento a ciegas, cuando en realidad, habían escrito todo para que nosotros, esta generación del Aeon de Horus, podamos mejorar
para entender los tiempos y los devenires. Sin continuidad, ningún poder es viable, tan solo es una ventisca pasajera, un estertor de un acribillado espíritu por la reencarnación perpetua en el soporífero olvido de las aguas misteriosas del astral.
Mientras los Cristianos siguen crucificando a Jesucristo en sus iglesias, o beatificando las Saturnales romanas con un niño harapiento en el pesebre
Nosotros seguimos encorvándonos en la sombra temblorosa de nuestras velas, sin observar que se trata de una luz reversa como lo define El Gran Rey Bael; esa sagrada
perversión dormida, que nos define como Luciferinos.
Olvidamos al Rex Mundi, y lo volvimos un objeto del maniqueísmo Illuminati, sin tan siquiera reconocerlo como nuestro aliado en el transcurrir terrenal. Nos hemos afiliado con males grises, devenidos del hombre, y no con la antinomia o lo acausal que se conduce por
nuestros propios seres hacia el mundo de las formas.
Nos hemos puesto al servicio de los "entes", sin saber que ellos están a nuestro servicio. Le hemos dado nuevas identidades, como testigos encubierto de un pasado que queremos olvidar por vergüenza, transformándolos en arquetipos psicológicos, validando la masturbadora negación de no ser los únicos que existimos;porque aun si el hombre creo a Dios, existe por nuestra mano, y está
consciente de sí mismo. Nos negamos a perpetuidad al negar la existencia de un principio, diciendo que solo son estructuras egregoricas, o formas de pensamientos, porque los creamos y los negamos, invalidándonos en el mismo proceso creativo.
Lo que habita la tierra no son seres humanos, son otra cosa. Ser humano es ser cumbre de la creación, ser humano es Ser Dios.
Mientras Pedro negaba tres veces a Jesús antes de que el gallo cante,nosotros negamos setenta veces siete el producto de nuestra propia voluntad, al solo aceptar una polaridad contrapuesta. Es la cauterización de las posibilidades. Es negar la continuidad del propio balance.
Si aceptamos la antinomia, en pos de la libertad del espíritu, ¡bien hecho!, pero si la aceptamos solo para combatir al dios opresor de los hombres, ¡mal hecho!, porque estamos viviendo una batalla ajena, propia de otras existencias, por fuera de nuestra orbita.
Levantamos las banderas de otros, las necesidades de otros, solo para darse cuenta, que es un juego programado con antelación,donde solo somos rebaño y baterías, de seres que consumen nuestras sensaciones y emociones, donde solo difiere el cielo del infierno de la amplitud del corral y de lo que se puede y no se puede hacer dentro de él.
Feliz el que puede conectarse con el granjero oculto del corral, para que le enseñe a ser como el, y correr libremente por el campo de la superposición infinita de todas las posibilidades.
A partir de hoy, queda cumplido en los hombres el versículo 26 del
capítulo I del Liber Al Vel Legis de Thelema:
Entonces dice el profeta y esclavo de la bella: ¿Quién soy y cuál será el signo? Y así
ella le contestó, doblándose, una lamiente llama de azul, toda tocante, toda penetrante, sus hermosas manos sobre la tierra negra y su cuerpo cimbreño
Arqueado para el amor y sus suaves pies sin dañar las pequeñas flores: ¡Tú sabes! Y
el signo será mi éxtasis, la conciencia de la continuidad de la existencia, la
omnipresencia de mi cuerpo.
El discurso primero, ha sido entregado por via canalizada a Drakon por parte de Nuit, a través de Semptakaeh, una manifestación de la diosa en el Qlipphoth Nhoga
Consta con exclamaciones similares, encontradas en las obras de Aleister Crowley. Sin embargo, no debe tomarse como un texto Thelemita, sino como un texto independiente de ese paradigma
Pongo a Semptakaeh, mi retoño violentado, a tu sagrada perversión,en el fuego de la Omega oculta, aun para los ojos de los hijos de Adán y de Lamec, para que no sea posible rápidamente, digerir lo
que debe ser degustado como el flujo de una vagina húmeda. !Hazlo niño así! Renace en ella, regocíjate en Hadit y en Hoo, y que Doo haga el resto materializando lo que corresponde para tu porción de anti transmigración.
@Raul Rodrigo
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