jueves, 21 de marzo de 2019
CAPACIDAD MENTAL
Un gran número de gente sufre de indigestión mental porque están tratando de
asimilar pensamientos demasiado grandes para su capacidad intelectiva. Deslumbrados por
la magnitud de alguna realidad cósmica, esas mentes, parcialmente desarrolladas, no son
capaces de funcionar.
Por eso, debemos dar énfasis, previamente, al problema de la capacidad mental. En
lugar de gastar nuestro tiempo en tratar de llenar nuestra mente con un vasto surtido de
pensamientos, es imperativo que la capacidad mental sea desarrollada, de manera que los
nuevos pensamientos que sean admitidos no se desparramen y pierdan.
La mente debe, ser preparada para el influjo de grandes pensamientos. Debe
volverse amplia, así podrá recibir y considerar sin perjuicio cualquier declaración o relato
por más asombroso o improbable que parezca, y luego aceptarlo o rechazarlo por la
facultad de razonar y no por la emociones.
La mente puede ser comparada a una corriente, y para su protección o seguridad es
esencial que los procesos mentales fluyan constantemente. El pensamiento puede ser
relacionado al agua. El agua en movimiento es pura; el pensamiento, aunque posiblemente
incompleto, es también, en parte, limpio. El agua estancada y el pensamiento estancado,
ambos son una amenaza para el bienestar público. El agua estancada puede serlo por una
obstrucción en la corriente; el pensamiento estancado se encuentra, habitualmente en una
mente “cerrada”, en la cual, alguna noción preconcebida, ocasiona la obstrucción e impide
el natural fluir.
Si la mente es amplia, como debe serlo, y abierta en sus dos extremos, está siempre
pasando a través de ella una corriente de pensamientos vivientes, hermosos y plácidos. Si
en cambio se cierran todas las puertas de entrada, la mente pronto queda vacía, porque el
río de los pensamiento sigue corriendo y no vuelve a llenarse. Esto es lo que ocurre,
precisamente, con la persona que teme una nueva idea y rechaza su admisión.
Por otra parte, si cerramos toda salida de la mente para que no se nos vaya algún
precioso pensamiento, el río del pensamiento al entrar rápidamente desborda y por el deseo
de conservar un solo pensamiento, cien mas no encuentran lugar. Si cerramos toda entrada
y salida, tendremos pensamientos estancados y decadentes, los cuales, al final, incubarán
sus propios característicos males. La mente que no recibe ni produce nuevas ideas, pronto
queda vacía y su propietario se vuelve un insensato en el mundo de la Mente.
Por todo ello, es evidente lo esencial que es mantener la mente continuamente
renovada; que nuevos pensamientos deben dejarse entrar y dar salida a los viejos; que
ninguna mente puede desarrollarse, a menos que cambie diariamente los métodos de
satisfacer las necesidades que le crea un mundo en crecimiento continuo.
Tampoco debemos almacenar pensamientos. Nuestro poder mental consiste en el
desarrollo y ejercicio de la facultad de pensar y no en almacenarlos. Es igual que el
carpintero haciendo una silla. Cuando termina la silla, comienza a hacer otra más; porque
es más precioso que la silla en si, el conocimiento de hacer sillas. ¡Ah del carpintero
intelectual que, habiendo hecho una silla, se sienta en ella por el resto de sus días!.
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