En la época medieval y renacentista, la gente buscaba lo que se llamaba la piedra filosofal, una legendaria sustancia alquímica que se suponía transformaba un metal común y corriente, como el plomo, en oro o plata. Aunque nunca se encontró semejante sustancia, seguimos hoy en día en búsqueda de la piedra filosofal. Lo que la mayoría quieren, como los antiguos alquimistas, es el oro o plata, pero lo que se transforma no es algún metal sino nosotros mismos y lo que permite la transformación no es una sustancia mística sino el conocimiento, tal y como se encuentra en libros de autoayuda o superación personal. Podríamos pasar todo este post hablando de por qué esos libros son en mayor parte una basura, pero mejor y más interesante sería analizar el libro de superación personal jamás escrito.
Me refiero por supuesto a Así habló Zaratustra
Curiosamente, en una carta Nietzsche escribió que la inspiración para la idea central de este libro, el eterno retorno, se le ocurrió en un paseo por un lago en Suiza al lado de una enorme roca piramidal. Creo que una buena manera de introducir este célebre libro de Nietzsche y de distinguirlo de muchos que supuestamente hablan de la transformación humana es citar a Rousseau, a la primera oración del Contrato social
Dice: “El hombre ha nacido libre, y sin embargo, vive en todas partes entre cadenas. El mismo que se considera amo, no deja por eso de ser menos esclavo que los demás”. Lo que todos eso libros de autoayuda te enseñan es cómo ser amo, es decir, tener dinero y poder, pero con eso, como dice Rousseau, no hacen más que extender guirnaldas de flores sobre las cadenas de uno. Cambiando la metáfora, aunque la jaula sea dorada, sigue siendo una jaula. Nietzsche no es el único filósofo que ha diagnosticado alguna condición negativa del hombre y que ha mostrado cómo transformar esa condición o salir de ella. Tenemos un ejemplo en el mismo Rousseau; también en la república de Platón y la alegoría de la caverna; en la Ética de Spinoza; en Marx y su noción de que la religión es el opio de las masas; e incluso en la misma religión, el mensaje del cristianismo.Refiriéndonos al cristianismo, sabemos que Nietzsche fue uno de sus más severos críticos, y por tanto tendría sentido pensar que para Nietzsche lo que nos esclaviza es la creencia en Dios, en un más allá que anula la vida aquí y ahora. Esto sin duda es parte de la patología del hombre moderno. En Así habló Zaratustra, vuelve a hablar de la muerte de Dios, tema que tocó por primera vez el año anterior en La gaya ciencia,si lo has leído, recordarás que en la sección 125 un hombre loco iba gritando que Dios ha muerto. Había varios por ahí que no creían en Dios y se burlaban de ese loco. Sin embargo, el mensaje del loco se dirige realmente a los“ateos” porque aunque no lo reconozcan, creen en su propio Dios. Su Dios se llama la Ilustración.
Ahora, si eres como la mayoría,y la Ilustración significa para ti algo muy positivo. Las ideas filosóficas que la conforman ponen énfasis en la razón como la fuente de autoridad y legitimidad en vez de los caprichos de un monarca o los dogmas de la Iglesia. De ella brotaron las ideas de libertad, fraternidad, progreso, tolerancia, la democracia, la separación de la Iglesia y el Estado, y la superioridad del método científico. Entonces, ¿qué problema tiene Nietzsche con la Ilustración? Pues la realidad que la razón y la ciencia revelan es muy distinta a la que experimentamos.
El mundo físico no es más que un conjunto de partículas en movimiento, carente de los valores y las cualidades que encontramos en nuestra vida. Si uno viviera realmente en ese mundo, si lo viera de cara, no quedaría nada que reconocemos como humano. Nuestra experiencia sería en efecto nihilista. Para Nietzsche, hay muy poco que separa la Ilustración del nihilismo. Lo que impide que caigamos en ese abismo nihilista no son los datos físicos y lógicos que nos dan la ciencia y la razón, sino una especie de mito o máscara, un discurso bonito que habla del progreso científico, político y espiritual. Stanley Rosen ha llamado esto “la máscara de la Ilustración” y va muy a la mano con lo que Adorno y Horkheimer plantea en su célebre libro
La dialéctica de la Ilustración
Cualquier máscara oculta algo que está detrás. Para Nietzsche, lo que está detrás es la decadencia y la impotencia del hombre moderno. De acuerdo con el discurso del progreso, deberíamos hoy en día ser el mayor y más fino espécimen humano que jamás ha habido en la historia del hombre. No obstante, Nietzsche encuentra justo el contrario. Desde su primera publicación,El nacimiento de la tragedia
Nietzsche guardó una profunda admiración por la cultura de la Grecia Antigua. Su espíritu aristocrático y trágico hizo posible los grandes monumentos artísticos y filosóficos que produjeron. Comparado con ellos, el hombre moderno es lo que Nietzsche llamó “el último hombre”, un borrego de rebaño, mezquino, filisteo, burgués, amante no del peligro y la aventura, sino del confort, de una fácil satisfacción tanto física como espiritual. Una buena parte de la obra de Nietzsche consiste en un diagnóstico del hombre moderno y un análisis de la fuente de su condición enfermiza. He caracterizado esta fuente como la Ilustración y sus ideales, pero si rastreamos las bases de nuestra cultura actual llegamos a fin de cuentas a La república de Platón.
Los contornos de la historia socio-cultural de occidente se plantean de forma muy clara en ese libro. En ellos vemos en germen no sólo los ideales de la Ilustración, sino también la moral del cristianismo, que Nietzsche caracterizaba como el platonismo para las masas. Menciono todo esto porque podemos ver Así habló Zaratustra como una nueva
República; por un lado, un intento de acabar de una vez por todas con la raíz pudrida de nuestra cultura, y por el otro un intento correspondiente de plasmar nuevos valores y lineamientos para el hombre del futuro. En otras palabras, acabar con el último hombre, decadente y miope, para hacer paso para el célebre übermensch o superhombre.
Ahora, con todo lo expuesto, puedes imaginar que la lectura de este texto no va a ser del todo fácil; va mucho más allá de los simplismos de los libros de autoayuda. Pero tampoco puede compararse con un texto propiamente filosófico como uno de Kant. Por difícil que sea leer a Kant, al menos reconocemos en sus textos argumentos y secuencia lógica. A pesar de ser escrito por un filósofo,Así habló Zaratustra
no es un texto de ese tipo. Sin duda, el mensaje o enseñanza de Nietzsche es filosófico, pero su modo de expresión es principalmente literario. Por un lado es una novela que cuenta la historia de un tal Zaratustra, pero contiene poesía, parodia, sátira, parábolas y alegorías; hace alusión simbólica y a veces rebuscada a muchos personajes literarios, intelectuales e históricos; y todo envuelto en un tono rimbombante y profético. Nietzsche escoge el personaje de Zaratustra porque fue ahí en Persia hace 3,000 años que el fruto que un Zaratustra alegórico tiene la libertad de re-imaginar el pasado para que sea posible un futuro distinto.
Así habló Zaratustra: un libro para todos y para ninguno
Sin embargo, puede que al mismo tiempo no sea un libro para nadie; puede que no exista todavía el oído necesario para escuchar el mensaje. Aunque Nietzsche entendía su propio mensaje y lo que hacía falta para superar la condición moderna, reconocía que él mismo era producto de esa cultura y que por tanto era incapaz de vivir en el futuro que vislumbra en su texto. De hecho, ni siquiera logró ver el éxito que tuvo su libro. Las primeras tres partes del libro se publicaron de forma separada y casi no se vendieron. Al terminar la cuarta parte, la publicó por su cuenta y la distribuyó entre varios amigos, pero cuando por fin su familia armó todas sus partes en un solo libro para su venta al público, Nietzsche ya había caído en la locura.
A lo que voy con esto es que la complejidad simbólica, filosófica y psicológica de lo que Nietzsche escribe en este texto no puede ser producto de una mera organización racional de ideas,más bien se trata en mi opinión de un mensaje visionario forjado en las profundidades de su inconsciente, casi como si simplemente transcribiera lo que veía en estados alterados de consciencia. Obviamente, lo que digo aquí es una exageración, pero por las circunstancias concretas en las que escribió este libro no puedo evitar pensar que este libro, que Nietzsche consideraba su gran regalo a la humanidad, fue posible al enfrentar, como los antiguos griegos, lo dionisiaco
Raul
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